Una nueva crisis migratoria se puede avecinar. Cada vez que el gobierno americano suelta las riendas de las presiones al régimen de La Habana éste se envalentona y suelta los perros de la guerra a la calle. La historia se ha de repetir. A finales de los años setenta el presidente Carter le soltó la rienda a la dictadura y par de años más tarde se desbocó y se formó la crisis de las embajadas y con ella el Mariel. En el año 1994 se aflojaron de nuevo las riendas y vino el maleconazo y con él, Guantánamo. Ahora la historia parece repetirse. De suceder de nuevo, y de eso no me cabe la menor duda, no podrá pues considerarse casualidad que las mayores crisis del régimen de Cuba sucedan justamente en administraciones demócratas.
El régimen de la Habana está a punto de estirar la pata (de eso no cabe la menor duda). El máximo líder perdió con su ausencia el respeto que tenía dentro de la población cubana que acobardada respiraba Fidel por los cuatro costados. Raúl Castro está tan nervioso que no sabe que hacer con sus aliados y la dirigencia del país; y la crisis de las tormentas del 2008 han llevado la economía cubana al borde del abismo con un déficit en la balanza comercial del 73 por ciento. A todo esto debemos sumarle la creciente inconformidad del pueblo cubano con las incumplidas promesas de apertura. Todo esto en conjunto ha creado una especie de tormenta dentro de una taza, un globo que está a punto de estallar, y para acabar de darle el toque de distinción, se aparece la administración de Obama al rescate, sin embargo, siempre estos rescates han sido contraproducentes para la estabilidad migratoria común ¿Qué puede hacer para reciprocar las buenas intenciones de Obama el régimen de la Habana? No puede hacer nada porque esa apertura va exacerbar los antojos de emigrar y las esperanzas de los cubanos de una vida mejor y no le va a dar tiempo a Raúl ni para pensar ¿Quién viera la Isla de Cuba inundada de americanos gozando la papeleta como en los tiempos de la republica muerta? La memoria de los cubanos no alcanza siquiera a imaginarse las consecuencias de una cosa así. Por menos que eso, después de un letargo de aislamiento de solo veinte años llegaron los otrora gusanos de Miami en el año 1978 y dos años más tarde la gran mayoría del pueblo cubano se tiró contra las embajadas, ¿dígame Ud ahora, después de cincuenta años, la Habana llena de rubios enormes vestidos con playeras, pantalones cortos, chancletas y las alforjas llenas de dineros gastándolo a mano suelta en todas las bodeguitas del medio y también las de las esquinas? Eso es demasiado para no desembocar en una crisis
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