La punta del iceberg
Fernando Ravsberg
Fernando Ravsberg
Por la importancia de este articulo se publica en toda su amplitud.
Leí hace poco un artículo en el que se comparaba el caso de los pacientes muertos de frío en el hospital psiquiátrico de La Habana y los 200 fallecidos en Europa por la misma razón. Lo entiendo pero pienso que el "mal de muchos es el consuelo de los tontos".
Es verdad que eso ocurrió en aquel continente rico pero incapaz de proteger a sus ciudadanos de los azotes climatológicos. Resulta terrible que se gasten miles de millones en rescatar banqueros en quiebra, mientras los albergues para los pobres no dan a basto.
Todo es cierto, pero lo que ocurre en Europa no puede servir para justificar que en Cuba estén muriendo de frío los enfermos mentales, los que no pueden defenderse solos y muchísimas veces ni siquiera cuentan con el apoyo familiar.
Durante años el gobierno cubano mostró las imágenes dantescas del Psiquiátrico de Mazorra, que documentaban lo que habían encontrado al triunfo de la Revolución. Las contrastaban después con el modélico hospital creado por el Comandante Bernabé Ordaz.
No hace mucho, el periódico Granma aseguraba que allí se brinda una “atención esmerada a personas con trastornos mentales, bajo estricto seguimiento de patrones humanistas y de un alto rigor científico”. Esta vez la realidad los desmintió de forma brutal.
Es verdad que eso ocurrió en aquel continente rico pero incapaz de proteger a sus ciudadanos de los azotes climatológicos. Resulta terrible que se gasten miles de millones en rescatar banqueros en quiebra, mientras los albergues para los pobres no dan a basto.
Todo es cierto, pero lo que ocurre en Europa no puede servir para justificar que en Cuba estén muriendo de frío los enfermos mentales, los que no pueden defenderse solos y muchísimas veces ni siquiera cuentan con el apoyo familiar.
Durante años el gobierno cubano mostró las imágenes dantescas del Psiquiátrico de Mazorra, que documentaban lo que habían encontrado al triunfo de la Revolución. Las contrastaban después con el modélico hospital creado por el Comandante Bernabé Ordaz.
No hace mucho, el periódico Granma aseguraba que allí se brinda una “atención esmerada a personas con trastornos mentales, bajo estricto seguimiento de patrones humanistas y de un alto rigor científico”. Esta vez la realidad los desmintió de forma brutal.
No solo la prensa oficial sintió el golpe, la sociedad entera fue conmovida por los hechos. Es que nadie esperaba que esto pudiera ocurrir en Cuba, todos conocían las dificultades de los servicios de salud pero pocos sospechaban el grado real de deterioro.
En los hospitales cubanos conviven los más sofisticados equipos médicos con la mayor escasez material. Como si fueran a un campismo, los enfermos se ingresan llevándolo todo: ventilador, toallas, sabanas, almohada, jabón, pijama y comida.
Pero los pacientes “normales” tienen la ventaja de poder defenderse y cuentan además con sus familiares para “armar jaleo”. Mientras que las quejas de los enfermos del psiquiátrico caen en el vacío porque, al fin y al cabo, no son más que “locos”.
Tal vez alguno de ellos se quejó a sus familiares por recibir poca comida pero nadie les hizo caso. Sin embargo, según coinciden 3 testigos, solo desayunaban un té, almorzaban una pequeña merienda y a las cinco de la tarde recibían una comida liviana, la última del día.
Lo que los vecinos me cuentan parece demasiado cruel. Dicen que algunos trabajadores les quitaban la comida a los enfermos para alimentar a sus cerdos y que la leche que se vendía en el mercado negro en toda esa zona también provenía del hospital.
La falta de colchas podría no ser culpa del Ministerio de Salud porque quien tenía que repartirlas asegura que las entregó al personal del hospital y que tiene constancia de ello. ¿Cómo desaparecieron entonces y a dónde fueron a parar?
Pero el Ministerio de Salud sí es responsable por las ventanas que faltaban desde hace años y también por el caos interno que reinaba allí. No hay excusa, porque tan grave es que no supieran lo que ocurría como que estuvieran al tanto.
Los homicidas directos, los que les robaban los alimentos, los que hacían desaparecer las colchas, los que los castigaban bañándolos con mangueras de agua fría, no tienen atenuantes, como tampoco las tienen quienes lo veían y callaron.
Además, en un hecho de tal magnitud el resultado de la investigación y las sanciones tendrían que ser públicos. Los desalmados deben saber que estos enfermos van a ser protegidos por la sociedad y que quien atente contra ellos terminará en los tribunales. Si no se llega a la raíz del problema el hecho se repetirá tarde o temprano, en otro centro de salud mental, en algún asilo de ancianos o en una clínica de discapacitados. Porque no se trata de un hecho aislado sino de la punta de un iceberg mucho mayor.
Hay anécdotas que lo dicen todo. En un curso esotérico que pasó mi esposa meses atrás, el almuerzo, las 2 meriendas y el café para los 30 participantes fueron "generosamente donados" por una de las alumnas, directora de un asilo de ancianos.
PD: En la prensa cubana no se han visto imágenes del psiquiátrico, ni entrevistas con los médicos o con familiares de las víctimas. En su lugar, la TV emite reportajes sobre el trabajo de los cooperantes cubanos atendiendo enfermos mentales... en Nicaragua, Ecuador y Bolivia.
En los hospitales cubanos conviven los más sofisticados equipos médicos con la mayor escasez material. Como si fueran a un campismo, los enfermos se ingresan llevándolo todo: ventilador, toallas, sabanas, almohada, jabón, pijama y comida.
Pero los pacientes “normales” tienen la ventaja de poder defenderse y cuentan además con sus familiares para “armar jaleo”. Mientras que las quejas de los enfermos del psiquiátrico caen en el vacío porque, al fin y al cabo, no son más que “locos”.
Tal vez alguno de ellos se quejó a sus familiares por recibir poca comida pero nadie les hizo caso. Sin embargo, según coinciden 3 testigos, solo desayunaban un té, almorzaban una pequeña merienda y a las cinco de la tarde recibían una comida liviana, la última del día.
Lo que los vecinos me cuentan parece demasiado cruel. Dicen que algunos trabajadores les quitaban la comida a los enfermos para alimentar a sus cerdos y que la leche que se vendía en el mercado negro en toda esa zona también provenía del hospital.
La falta de colchas podría no ser culpa del Ministerio de Salud porque quien tenía que repartirlas asegura que las entregó al personal del hospital y que tiene constancia de ello. ¿Cómo desaparecieron entonces y a dónde fueron a parar?
Pero el Ministerio de Salud sí es responsable por las ventanas que faltaban desde hace años y también por el caos interno que reinaba allí. No hay excusa, porque tan grave es que no supieran lo que ocurría como que estuvieran al tanto.
Los homicidas directos, los que les robaban los alimentos, los que hacían desaparecer las colchas, los que los castigaban bañándolos con mangueras de agua fría, no tienen atenuantes, como tampoco las tienen quienes lo veían y callaron.
Además, en un hecho de tal magnitud el resultado de la investigación y las sanciones tendrían que ser públicos. Los desalmados deben saber que estos enfermos van a ser protegidos por la sociedad y que quien atente contra ellos terminará en los tribunales. Si no se llega a la raíz del problema el hecho se repetirá tarde o temprano, en otro centro de salud mental, en algún asilo de ancianos o en una clínica de discapacitados. Porque no se trata de un hecho aislado sino de la punta de un iceberg mucho mayor.
Hay anécdotas que lo dicen todo. En un curso esotérico que pasó mi esposa meses atrás, el almuerzo, las 2 meriendas y el café para los 30 participantes fueron "generosamente donados" por una de las alumnas, directora de un asilo de ancianos.
PD: En la prensa cubana no se han visto imágenes del psiquiátrico, ni entrevistas con los médicos o con familiares de las víctimas. En su lugar, la TV emite reportajes sobre el trabajo de los cooperantes cubanos atendiendo enfermos mentales... en Nicaragua, Ecuador y Bolivia.
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